Guillermina Walas, quien ha estudiado las formas de expresión de la frontera entre México y Estados Unidos y es especialista en literatura de migración y exilio, analiza en Borderlands / La Frontera las características de esta estructura bipartita en la que se reconoce al ensayo como “la zona más políticamente ‘combativa’, mientras que la poesía demarcaría el lugar para la libertad expresiva –sin descuidar lo político–, reprimida en el espacio cotidiano tanto por la cultura del machismo […] como por el feminismo de la cultura hegemónica”.
[1] Walas, además, reflexiona sobre el carácter poético del ensayo y el carácter ensayístico de la poesía en Borderlands, encontrando como elemento recurrente tanto en una como en otra el uso de la autobiografía.
Si bien es cierto que la inclusión de fragmentos de la vida de Anzaldúa en su Borderlands nos hablan de un carácter autobiográfico –es decir, que se cuenta algo sobre la propia vida de la escritora–, esta expresión tiene que ver más con un carácter testimonial que no se cierra con la mera narración cronológica de los sucesos en la vida de alguien, por el contrario, muestra el proceso en el que el escritor se convierte en primera persona y testigo de sus propios acontecimientos. El testimonio, en ese sentido, cumple con la función de decir “yo estuve ahí”: el testimonio da cuenta de la vida de la persona que narra en relación con acontecimientos externos que tuvieron una repercusión sobre el testigo y sobre otros testigos que, a pesar de atestiguar desde lugares distintos, comparten la misma experiencia:
A través de historias personales, los relatos de la represión y del sufrimiento, dan cuenta de la gran dificultad de “decir” que es propia de este tipo de procesos, pero lo hacen “diciendo”. Por lo tanto, en la propia configuración del testimonio encontramos lo que se podría llamar su estructura paradojal: imposibles y necesarias a la vez, las narraciones personales son mucho más que el cúmulo de recuerdos del pasado; son modos de representación que aportan a la comprensión ética y política de lo sucedido.
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De ahí que Anzaldúa comience definiendo a la frontera entre México y Estados Unidos como “una herida abierta” en la que se vuelve complicado existir, y de la cual es sumamente doloroso hablar. El tono de la narración será, entonces, de denuncia de los atropellos y las prohibiciones que pesan sobre sí misma y sobre los chicanos que han creado esta nueva identidad a partir del exilio. La hibridez genérica de Borderlans / La Frontera: el uso de poesía, ensayo y narrativa, la hibridez del lenguaje: inglés, español y náhuatl son parte de la reconstrucción fragmentaria de la memoria individual pero también de la memoria colectiva –múltiple– que plantea Anzaldúa. El objetivo de escribir un libro que hable de la propia existencia del autor desembocará en la búsqueda e identificación de quienes viven un proceso de destierro similar a raíz del uso y desuso obligado de la lengua: “When I saw poetry in Tex-Mex for the first time, a feeling of pure joy flashed through me. I felt like we really existed as a people.”
[3] La lucha por el reconocimiento de la lengua se convierte entonces en la lucha por la propia existencia. La identidad individual, aquella que la escritora reconstruye a través de la remembranza de su vida, dota de autoridad moral al individuo y genera un reconocimiento en quien recibe la obra y reactiva el recuerdo. “La identidad personal se manifiesta ‘en la conciencia que acompaña al pensar hacia atrás a toda acción o pensamientos pasados’, dice Locke. Es decir que la identidad individual la explica en el pensamiento del grupo donde la persona es un ser moral.”
[4] De ahí que la identidad se forme a partir de los recuerdos pero también de los olvidos y de la estrategia que grupo construya para recordar la propuesta de no-olivido que ha formulado un individuo para esa colectividad.
La división de Borderlands / La Frontera ha sido estudiada por críticas como Guillermina Walas y Ruth Behar
[5] en cuanto a la permisión genérica que tanto la poesía como el ensayo hacen: mientras que el ensayo permite lanzar argumentos para una defensa política de la existencia, la poesía se muestra como el espacio de “libertad expresiva” –en palabras de Walas– de la existencia ya demostrada. Llegado este punto es necesario desarrollar lo que Gloria Anzaldúa plantea en Borderlands sobre su propia escritura para demostrar que la reflexión sobre el origen de la escritura desde el pensamiento nahua tiene conexión con la forma en la que este texto fue escrito. La tesis sobre la escritura que Gloria Anzaldúa pleantea en Borderlans, además, muestra su propia escritura como una serie de actos vivos que, mediante una función ritual inspirada en el sistema de generación nahua de la palabra, encuentra en la escritura el mejor medio para hacer de los actos performativos los creadores de nuevas identidades múltiples.
[1] Guillermina Walas, “Hacia una identidad multicultural: autobiografía en Borderlands / La Frontera”, en Red de Bibliotecas Virtuales de Ciencias Sociales de América Latina y el Caribe de la Red CLACSO,
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/lasa98/Walas.pdf, 20 de noviembre de 2007.
[2] Memoria abierta, “La representación de experiencias traumáticas a través de archivos de testimonios y de la reconstrucción de espacios de represión”, en Políticas de la memoria. Tensiones en la palabra y la imagen, Sandra Lorenzano y Ralph Buchenhorst (eds.), Gorla / Universidad del Claustro de Sor Juana, Buenos Aires, 2007, p. 150.
[3] Borderlands, p. 82.
[4] Julio Flores, “Arte del museo: memoria ¿de qué?”, en Sandra Lorenzano y Ralph Buchenhorst (eds.), op.cit., p. 189.
[5] Ver Behar, Ruth, Translated Woman. Crossing the Border with Esperanza’s Store, Boston: Beacon Press, 1993.